El hombre más alto caminaba lentamente por el arrozal colocando sus pies a los costados de las plantas de arroz. No muy lejos otro
las arrancaba y las ponía encima de otras que había cortado antes. Un tercero
se alejaba para sentarse a un costado y limpiarse el sudor de la frente. Seguro
estarían hablando en su dialecto local acerca de qué había para almorzar o de
la lluvia que no había cesado durante todo el fin de semana. Los tres me
dejaban entrar en su mundo inconscientes de la existencia de mi mirada a la
distancia.
Apenas si había leído el libro que tenía abierto sobre mis
piernas en la estación de colectivo de Xianju, provincia de Zhejiang. A veces
me pregunto por qué sigo trayendo libros a mis viajes, cuando lo que veo por la
ventana me atrae mucho más. No quiero perderme nada, porque es sólo cuando
observo que puedo entender y sentir la vida de otros tan distintos a mí. Me
encanta perder horas observando paisajes y a la gente que vive en ellos toda su
vida.
Después de tres días de haber dejado Yangzhou ya estaba
volviendo a Hangzhou de lo que sería mi último viaje en China del este. Cómo
decirle a David Sedaris que su libro me interesaba mucho, pero que tenía muchos
pensamientos difíciles de leer y que necesitaban mi atención ¿Cómo poner en
palabras esa experiencia? ¿Cómo hacerlos revivir conmigo ese difícil pero
increíble viaje al pueblo de Gong Yu? Espero contar bien acerca de nuestro
breve paso por allí.
Espero inspirar un nuevo viaje.