“¿Por qué China?” Me preguntó un alemán mientras tomábamos
una cerveza Tingstao en la terraza de un hostel en Shanghai.
No era la primera vez que me preguntaban por qué me había
decidido por mudarme a China. Así que elaboré una serie de respuestas, ciertas pero
que no llegaban a rozar el verdadero porqué. Estas variaban entre “Quiero
hablar chino”, “Quiero el desafío de viajar y no perderme”, “Quiero tener una
cita y no entender qué quieren de mí” (eso me pasaba en casa todos los días), y
“Quiero aprender a comer con palitos”. Lo curioso es que yo tampoco supe la
respuesta hasta poco antes de subirme al avión. En realidad creo que nunca
quise aceptar por qué me estaba yendo realmente.
Escape a Escocia, 2009 |
Pero el alemán no se detuvo ahí, sino que luego de una breve
pausa me preguntó temeroso (si un alemán puede verse temeroso) “¿Escapando de
algo o hacia algo?”
Suspiré y me pregunté Cómo contestaría Will esta pregunta.
Will es una persona muy locuaz.
Conocí a Will en el Hostel Los Duendes de Salta, un lugar muy
conocido entre los viajeros que pasan la noche ahí para compartir historias,
una peña, una cerveza “Salta” y a veces algún viaje en auto. Will había vivido
casi toda su vida en Londres. Con mi misma edad ya tenía un MBA y un CV en
Linkedin que debería abrumar a más de uno. Se había casado con su novia de toda
la vida, se había comprado el departamento en Kensington Gardens y tenía uno de
esos autos que uno se detiene a mirar solo para ver quién se baja y aplaudir
mentalmente. Y cuando todos esperábamos que nos contara una trágica historia
que justificara el “¿Por qué estás acá en Latinoamérica, viajando solo, sin
trabajo, sin esposa y casi sin dinero?” implícito en los rostros de todos los
que estábamos ahí, Will respondió: “Tengo que encontrar qué es lo que me
falta”. Esa noche y sin casi motivo, evidentemente, quién más que un porteño le
recomendó no sacarse el anillo porque los hombres casados son imanes de
“minas”.
Escape a Colonia, 2010 |
Will odiaba su trabajo, le había dicho a su esposa que la
amaba pero que no estaba listo para tener hijos aún, había juntado sus ahorros
y vendido su auto para viajar y por último había hecho una pequeña mochila que
cargaría muchísimo más que su ropa. Espero que haya encontrado la respuesta a
su pregunta o que la esté por encontrar. Tengo muchísima fe en que así va a
ser, en que va a encontrar un poco de silencio ahí, en va a volver a casa con su
esposa y tener esos hijos que seguramente van a ser hermosos.
En mi caso esa pregunta se me cruzó por la mente una tarde
no mucho tiempo antes de tomar el vuelo a Shanghai mientras corría por los
Bosques de Palermo: ¿Estoy escapando de algo o corriendo hacia algo?
Quién no ama tomarse esos benditos catorce días de
vacaciones para viajar, respirar aire algo menos contaminado, salir,
broncearse, engordar sin culpa, pensar que uno es el más amigable del montón y
comprar souvenirs y regalos económicos el último día antes de volver. Pero en
general, cuando esos días llegan a su fin, en el fondo uno quiere volver a
dormir en ese lugar de la cama que tiene nuestro nombre, regresar a la dieta
que nos deja usar el espejo para vestirnos y ver a nuestros amigos y hablar de
esas gloriosas margaritas totalmente de más que nos tomamos mirando ocaso en alguna
playa caribeña.
El viajar, en realidad, se vuelve una pequeña piedra en el
zapato cuando todo en nuestro cuerpo nos dice que nos tenemos que ir muy, muy,
muy lejos y rápido. Casi volando como esas ardillas que saltan de árbol en
árbol, sin pensar demasiado en la distancia que hay desde el suelo. Es un salto
de fe.
Escape a Rosario, 2011 |
Esa tarde me di cuenta que no me estaba yendo solo porque me
gustaba la idea de viajar, me estaba yendo porque había algo que ya no tenía y
que me volvía incompleta. Lo tenía que encontrar aunque fuera del otro lado del
mundo. Y sí, lloré, como todos saben. Suelo llorar muy seguido. La gente
emocional es así.
Generalmente lo que uno siente cuando acepta que se está
yendo porque hay algo que no tiene solución visible es CULPA. Nos imaginamos un
cartel en la frente que dice ME DI POR VENCIDO, SOY UN COBARDE. La gente a
veces no ayuda. Todos, nuestras madres, nuestros jefes, nuestros amigos, nuestras
parejas nos dicen directa o indirectamente que para encontrar la solución nos
tenemos que quedar y seguir buscando, y buscando, y buscando… acá, en el mismo
lugar, haciendo lo mismo. Y es entonces que cuando vemos a toda esta gente
diciéndonos lo mismo es que nos preguntamos con mucho, mucho miedo ¿y si
tienen razón? ¿Y si lo único que estoy haciendo es perder el tiempo?
Escape a Salta y Jujuy, 2013 |
Todas las noches y con un gran nudo en el estómago, que juro
no fue por la cerveza que estuve tomando “de vez en cuando” en Antares (Ay!
Cómo la extraño!), me iba a dormir con esa pregunta acompañándome. Y todas las
noches volvía a lo mismo. No a qué contestaría Will, sino a qué contestaría yo:
A veces necesitamos escapar. A veces tenemos que ir a buscar
la respuesta a esa pregunta allá afuera, una respuesta que sabemos no solo nos
va a cambiar la vida sino que la va a definir. Eso no es ser cobarde, es ser
muy valiente. Encaro este viaje, sea físico o mental, con miedo y completa
incertidumbre, pero también me arriesgo a escribir, también con pura fe, paz y
energía. Y cuando me di cuenta del peso de la decisión que había tomado, en ese
momento me volví sumamente feliz.
Escape a Yangzhou, China, HOY |
De todas formas, creo que al alemán le contesté que quería
viajar por Asia.
He ahí mi opinión sobre el tema “escaparse”. Quisiera saber
ahora qué opinan uds. ¿Está realmente mal escaparse? ¿Will estaba equivocado? ¿Alguna
vez sentiste la necesidad de abandonar todo, quizás vender todas tus
pertenencias, despedirte de tus afectos un tiempo más prolongado del que ellos
puedan esperarte y encontrar una respuesta del otro lado del mundo (o a la
vuelta pero lejos)?
Escaparse no es malo... sólo lo es si no nos admitimos esa razón, porque entonces no sabriamos siquiera que necesitamos encontrar algo.
ResponderEliminarComo siempre te dije... espero que encuentres aquello que fuiste a buscar
Querida sobrina, también soy emocional (¿será de familia? ¡jaja!) así que te leo con la visión borrosa entre lágrima y lágrima, y desde la distancia ne fundo en un abrazo fuerte con vos. Sí está bien tomar distancia, esa paso atrás que te permita sopesar todo y a todos, pero lo más importante es que ese paso se de en nuestro interior, si no, no hay distancia que alcance, las dudas y los problemas, y los fantasmas nos seguirán indefectiblemente!!!! Me emociona leerte, así que tendrás aquí una fiel seguidora, que te acompaña siempre! Un beso enorme!!!!!
Eliminar