Siempre supe que en algún momento mis historias de blog iban
a surgir de la conversación con un taxista.
En China los taxistas viajan con un cuestionario para
extranjeros debajo del asiento. Siempre nos preguntarán dónde trabajamos, si
hablamos chino, si nos gusta China y los chinos, qué pensamos de los
norteamericanos (si no somos uno), cuál es nuestro sueldo y… si estamos casados
y tenemos hijos. Pero hace algunos días, después de prevenir que un muy poco
caballeroso hombre chino me robara el taxi que estaba esperando hacía 15
minutos bajo la lluvia, la conversación fue más allá del cuestionario, llegando
a ser el disparador de este post. El hombre de ojos pícaros que manejaba el
auto sonrió y se acomodó en el asiento cuando vio que yo podía entender lo que
él me preguntaba. Todo lo que preguntaba y me contaba me abría un poco más la
puerta al hermético mundo social de China, hasta que se hizo el silencio. Podía
sentir como el taxista quería preguntar pero no se animaba. Unos segundos después
me miró por el espejo retrovisor y juntó coraje “¿Tenés novio?” Sonreí y
contesté mi discurso de siempre, “No, no estoy de novia, no estoy casada y
tampoco tengo hijos”. Me divierte contestar esa pregunta, me imagino como una
amazona fuerte e independiente, imagen que confunde a cualquier hombre chino. Juro
que no esperaba lo que sucedió después. El taxista frenó el vehículo y se dio
vuelta para sermonearme en un tono parecido al de las películas donde se
personifica a Dios “¡Eso está muy mal! ¡Ya tenés 28 años, tendrías que estar en
pareja!”. Me hervía la cara. Pasaron unos largos segundos antes de poder
responder un muy cierto “No, no está mal… yo estoy bien”. Y lo estoy. Seguimos
el recorrido callados y pensativos. O al menos yo. Desde ese momento no puedo
dejar de pensar en lo afortunada que soy de no ser una mujer de 28 años, que no
está casada y no tiene ni siquiera un hijo y nació en China.
Cuando se nos dice que el cielo es el límite desde que somos
pequeños, eso es precisamente lo que sucede. Recuerdo la voz de mi madre
diciéndome que yo era artífice de mi propio mundo, y que podía dibujar en él lo
que creyera me hacía feliz, incluso el amor, el matrimonio y los hijos. No me
malentiendan, soy una de esas que se enamoran del amor, pero el camino que me
hace feliz no me ha llevado todavía a casarme. Nadie me ha hecho sentir que
deba hacerlo. Esa libertad de elegir y
ser dueños de nuestras vidas, que a veces nos pesa, es algo que yo atesoro y
agradezco todos los días.
Del otro lado del mundo, por el contrario, desde pequeños a
los niños se les dibuja un mundo en el que ellos deben verse triunfando. El cielo es el límite, pero al llegar ahí hay
que contraer matrimonio, tener un “pequeño emperador” y cuidar de la familia. Y
si uno nació siendo hombre también debe ganar suficiente dinero, no importa
demasiado haciendo qué. La sociedad china se ha forjado en algo que Confucio
les inculcó hace miles de años: la familia está en el centro de la vida de todo
individuo chino. Según el confucianismo, por piedad filial se entiende que el
hijo debe respetar y obedecer a sus padres, someterse completamente a ellos,
honrar el nombre de la familia y mantenerlos económicamente en caso de necesidad.
Formar una familia es parte de esa responsabilidad que tienen todos esos hijos.
Es el objetivo de vida primordial.
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No era mentira lo de los datos. Información acerca del físico, los estudios, el trabajo y el sueldo son vitales para conseguir pareja de esta manera. |
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Ellos parecen felices luciendo la misma remera (Dailymail.co.uk) |
¿Pero por qué el cielo parece haber caído algo bajo? Uff, por
más que se quiera decir “pero eso está muy mal”, siempre hay que entender que
hay un porqué. Más que nada aquí. Verán, el sistema de seguro social de China
ha sido ineficiente por muchísimos años. Los ancianos al jubilarse no pueden
mantenerse con la pensión otorgada por el gobierno, así que son los hijos los
que deben mantenerlos. El matrimonio de los hijos asegura ese apoyo económico. Una
importante fuente de ingresos, o incluso dos, resguarda un merecido bienestar
económico para los padres ya retirados. Así también, casarse es respetar el
nombre de la familia, evitar que caiga en la vergüenza de admitir que los hijos
no pueden casarse. Nadie quiere que su
familia pierda integridad por no casarse.
He aquí una breve explicación de lo que es el amor filial. Este es un infomercial que se pasa en la televisión abierta entre programas. Para saber más sobre esto recomiendo leer el artículo de Alfonso Araujo. En él, Alfonso escribe:
SUBTÍTULOS
0:03 Cuando era niño, papá era el soporte de la familia.
0:13 Grande y fuerte, protegió a la familia del viento y de la lluvia.
0:16 Mamá nos cuidó a papá y a mí con dulzura.
0:23 Poco a poco fui creciendo.
0:26 Como un jovencito quise rebelarme de la protección que papá ofrecía.
0:30 Mamá me regañaba y seguido discutía con ella.
0:37 Ya como adulto, vi que la vida no es fácil.
0:41 Me fui dando cuenta de que la espalda de papá se fue encorvando.
0:47 Y el cuerpo de mamá se fue haciendo más frágil.
0:56 Ha llegado el momento de asumir la responsabilidad de un hijo.
1:03 Ser el bastón y el descanso de papá.
1:09 Y ser la sombrilla y la protección de mamá.
1:25 Si hay amor, hay responsabilidad.
Y aunque hasta ahora lo que estoy explicando parece sencillo
(es decir, hay que encontrar una pareja y casarse, en un país con una población
de 14 billones de personas eso no es difícil), ya he explicado mil veces que en
China todo tiende a lo complejo. Y sería bastante sencillo si no fuera porque
estamos hablando de seres que piensan, sienten y aman como cualquier otra
persona en el mundo.
China es un país tradicional, conservador, arraigado en el
pasado y hermético a la influencia extranjera. Pero en un país donde el
progreso económico y profesional de sus individuos durante los últimos 40 años
pasó a tener un rol egocéntrico, toda limitación social parece algo…
contradictoria. A las mujeres en la escuela se les dice que saquen las mejores
notas, que ganen becas, que vayan a la universidad si es que la familia puede
pagar un curso… pero en general no se espera que realmente se gradúen o que se
vuelvan profesionales. Es más, en algunas familias volverse profesional en el
caso de las mujeres es algo poco querible ¿Por qué? Porque el objetivo
primordial sigue siendo el mismo: Por qué graduarse y obtener un trabajo para
ganarse la vida si se puede obtener lo mismo casándose con un hombre que pueda
mantener a la familia. Así nadie perderá integridad, el hombre hará lo que vino
a hacer a esta tierra, trabajar, y la mujer cumplirá con su papel de esposa y
madre. Si tiene suerte será como de esas de revista de los 50s o 60s donde
deben vestir bellos vestidos, arreglarse el pelo y llevar al niño al colegio
(porque nadie quiere tener a una niña como hija), sino tendrá que trabajar
además de cumplir con sus responsabilidades. No hay tragedia. Algunas mujeres
se casan felizmente, otras eligen casarse tejiendo otros sueños a medias, y hay
un grupo selecto de mujeres que está creciendo que decide hacerle caso a su
grillo interior de la conciencia y construir una carrera. Estas mujeres
caprichosamente hacen saber a sus familias que no les gusta el cielo que les
han pintado y quieren ir en busca de uno propio.
La primera vez que oí
hablar de este grupo selecto quedé horrorizada. Ian, el joven de 29 años que no
estaba casado ni tenía hijos hasta ese momento, presenció cómo se me cayó la
taza de café cuando llamó a estas mujeres por su nombre chino: Las mujeres de sobra. Sí, las mujeres
son comparadas con la olorosa porción de pizza vieja que queda en la caja por
días y nadie quiere. Todos lo pensamos, pero, al mismo tiempo que Ian explicaba
que eran las Sheng Nu, nadie estaba señalando con el dedo al muy soltero Ian
que lejos estaba de casarse. Aparentemente
los hombres pueden tener otros objetivos puramente relacionados con la
satisfacción económica y no se los culpa (tanto) si no consiguen casarse o sí
esto no se prioriza.
Las Mujeres de Sobra (Sheng Nu), explicado por la gente de Off the Wall en Youtube
Pero la injusta comparación no fue lo que me dio revolvió el
estómago, sino saber que la etiqueta habría sido elaborada en una serie de
artículos gubernamentales publicados por la Federación de la Mujer en China, un
organismo gubernamental que debería defender los derechos de las mujeres. De acuerdo a estos artículos, las mujeres que
nacen con una belleza natural no necesitan educarse para formar una familia
rica y poderosa. En cambio, mujeres que no son tan atractivas deben ir a la
universidad y conseguir un buen trabajo para poder ser competencia de aquellas
que no lo necesitan. Según este organismo feminista, las mujeres de sobra están
demasiado educadas. No se dan cuenta que valen menos y menos a medida que pasa
el tiempo. Y uno se termina preguntando, qué es lo que valemos.
Imaginen por un momento ese segundo en el que una mujer
cumple 28 años y no se ha casado. Imaginen a madres, padres, hermanos, amigos,
jefes, niños, taxistas… diciendo “eso está mal, te vas a quedar sola” a toda
hora y en todo lugar. Imaginen todo año nuevo, toda celebración nacional, todo
domingo en familia, todo viaje diurno al trabajo, un casamiento (Ay, Dios!)...
Imaginen lo que debe implicar ser considerado un fracaso de la sociedad.
Recuerdo que mientras Ian dejaba escapar ideas de su cabeza
sobre por qué las Sheng nu estaban destinadas a permanecer solteras, lo único
que sentí fue pena. Mucho tiempo me llevó darme cuenta que las mujeres que me
han abierto las puertas a su mundo son teóricamente mujeres de sobra, y si hay
algo que no siento por ellas es pena. Son las mujeres más fuertes que conozco.
Inteligentes, triunfadoras, trabajadoras como ninguna. Sueñan con conocer al
hombre indicado, aquel que las ame y ellas amen, aquel que las haga sentir
mujer de mundo. Tienen estándares y no quieren conformarse con cualquier hombre
que las intenta seducir. No aceptan presiones y construyen un muro a prueba de
prejuicios. Esa fortaleza, esa tenacidad, ese amor por ellas mismas las hace
bellas e irresistibles a los ojos de cualquiera.
Porque adoro a esas tres mujeres es que las entrevisté, les
hice contar la historia de su vida. Me siento pequeña y demasiado afortunada.
Llegué aconocer rincones que no me habían mostrado antes y me emocioné como
nunca. Como a mí dejen que estas tres mujeres les enseñen cosas, dejen que
ellas muestren lo que es vivir en China siendo mujer. En los siguientes tres
días podrán leer cada una de estas breves historias. Quiero presentarles a las tres flores de
China.
Aguanten las mujeres de sobra! Yo las banco! Y me considero una de ellas!... ME encanto el video de la familia. Muy grafico. Increible como la personificaron la F (Father), M (mother) y el yo.
ResponderEliminarNadie lo hubiera dicho o escrito mejor que ese videito. Y sí, aguanten todas esas mujeres de sobra.
EliminarHola!!! hace poco empecé a leer tu blog, muy interesante!!!!!
ResponderEliminarUltimamente trabajé con distintos coreanos me encontre con ese tipo de pensamientos.
La última conversación de ese tipo la escribo textual porque me parece terriblemente graciosa:
- Estás casado?
- No.
- Tenés novia?
- No.
- Ah, pero tenés hijos no?
- No.
- (luego de un pequeño silencio) ... pero... sos gay?
Me encantó! =D Sí, sí. Muy interesados en el tema están. Dónde trabajaste con Coreanos?
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