viernes, 27 de diciembre de 2013

Navidad en Yangzhou 2013

“¿Qué estaban haciendo hoy un año atrás?” Preguntó Graham, un profesor de Canadá que trabaja en otra escuela mientras bebía un sorbo de su Heineken china en Ronnies, un bar para expatriados de Yangzhou donde nos juntamos los fines de semana.

Aparentemente es algo que él y sus amigos hacen en esta época del año, para ver en qué ha cambiado su vida en un año. La pregunta me arrancó distintas sensaciones, y en verdad me vi silenciosa por unos momentos. Pero la sentí, fuerte y vibrante, esa sensación de bienestar que se aloja en el vientre y dice “estas bien”.

En navidad el año pasado estaba transitando por una época de transición. Había terminado hacía un par de meses con el que creía que era mi compañero de vida, quería dejar de ser docente y estaba viviendo con mis padres porque había tenido que dejar el departamento donde vivía. A las 9 pm del 24 de diciembre del 2012 me encontraba en el patio de mis tíos en Rosario, como cada navidad, mirando como los hombres se encargaban del asado tomando un malbec, mientas mi tía hervía papas y huevos al son de su abanico, que usaba para defenderse de los 50 grados centígrados que marcaba el termómetro de la cocina.

Todo era incertidumbre y hasta un poco de tristeza, pero si miran estas fotos con atención no cabe duda de la felicidad que me producía estar en ese lugar. Tengo la suerte de tener la mejor de las familias y los mejores amigos, que siempre me hicieron ver la realidad bajo la mejor luz. Esa noche el gran manto de duda que se cernía sobre mí, un tanto quemada por el sol y abrumada por el calor, se convertía en una gran posibilidad de cambio.
Navidad 2012
Para ese entonces no imaginaba que fuera un cambio tan drástico. China no estaba en las cartas todavía.
Hoy, exactamente un año después de ese momento, me asombro de lo mucho que ha cambiado el escenario. Pienso en dos cosas cuando digo que todo se ve distinto: lo que era obvio, la navidad en sí, y lo que era menos obvio y sorpresivamente gratificante, yo me veo y me siento distinta.

La navidad en Yangzhou es…diferente. Y a pesar de que en un momento pensé que iba a extrañar todas esas pequeñeces que hacen de la navidad en mi hogar algo que amo, disfruté de cada momento estos últimos días. Todo se lo debo otra vez a la gente que me rodea.

Los días previos

Como en cualquier lugar en el mundo, aparentemente, navidad empieza a vivirse a mediados de noviembre. Los árboles de navidad engalanan los shoppings, los adornos plateados y dorados decoraban las vidrieras y los carteles de “christmas sale” atraían a muchos potenciales compradores. Pero fue escuchar villancicos en vez de canciones en chino en la escuela lo que me hizo darme cuenta que la navidad estaba cerca.

Mis alumnos aparecieron un lunes no hace mucho arrastrando bolsas de adornos que sus padres habían comprado especialmente para adornar las clases. Poner guirnaldas de colores y adornos llenos de brillo y luces en el aula se convirtió en una competencia voraz donde todos miraban al curso de al lado para ver quién ponía más cosas. 4to Grado tenía hasta seis árboles de navidad dentro del curso.
cuatro árboles distintos en un mismo aula
La navidad en China no se celebra como la celebramos nosotros. No solo porque China no tiene religión oficial, sino porque si la hubiera no sería el catolicismo. No hay pan dulce ni sidra, no se tiran fuegos artificiales, no se da asueto a los trabajadores ni el 24 ni el 25… pero les puedo asegurar que lo que viví me hace entender que celebran lo que a mí más me gusta de la navidad: dar y compartir.

Porque saben que yo si lo festejo, cada vez que me veían en los pasillos me hacían pequeños regalitos al mismo tiempo que me seguían para darme un abrazo si no tenían nada para darme. Me invitaban a sus aulas y me pedían consejos sobre dónde poner los pequeños adornitos con formas navideñas. Los encontraba leyendo historias de Navidad y a más de uno les saqué tarjetitas que confeccionaban en mi clase para algún amiguito con la frase “Merry Christmas”. En muchos casos se las devolví, me dio un poco de pena quedármelas.
Con lo que me encontré este lunes en el escritorio... amorosos.
Porque es una escuela internacional me dieron la oportunidad de ser Mamá Noel por un día y les fui a llevar regalitos en la hora de lectura (tipo 8 pm, estos chicos están adentro tooooodo el día). Lo que encontré cuando crucé la puerta es impagable. Sí, eran pequeños regalitos, pero los agarraban y los contemplaban con una ternura inmensa. Y llegué a 3er grado y me encontré con esta sorpresa que me tenían preparada. Literalmente casi lloro con las orejas de Santa puestas…

Me hicieron más parte de su mundo y compartieron su perspectiva de la navidad.
Team Santa Clause

Tercer grado "Touch your nose!"

"Scream!"
La Cena

El calorcito veraniego, la cerveza bien helada, un choripán, los chistes, las anécdotas que siempre involucran a mi abuelo, los chicos correteando para que no los alcance el sueño, los juegos de póker a la 1 am, el campeonato de truco y la salida a algún barcito con primos, hermanos, esposos, parejas… todo eso es lo que más me gusta de la cena de navidad en casa. Hace varios años venimos festejando con toda la familia Martínez de esa manera y nos encanta.

Cambié esa foto por una donde todos estábamos cargados de sweaters, ropa térmica, bufandas y gorros dentro del salón donde nos sirvieron la comida. Con una temperatura rozando el bajo cero, a las 6v pm se sirvió mezcla de pizza, sashimi, puré de papa, alitas de pollo y cheesecake que eran el deleite de todos los profesores internacionales, sus niños, y los cocineros que todos los días nos sirven el almuerzo y hoy compartían algo nuestro. Ah! Y mis amigos, los Maggio, dos argentinos que aparentemente andaban por estos lados y se unieron a la cena. Creo que mi lengua me agradeció el hablar en argentino después de 5 meses.
El mejor regalo en la cena de navidad: almendras, chocolate, chocolate caliente y una taza que grita China por todos lados. Mike, mi Santa Invisible está mirando desde atrás mi feliz reacción al ver todos esos regalos.
Me había imaginado una Navidad un poco triste por no poder estar con mi familia, compartir con mis amistades, comprar regalos para todos por doquier porque me fascina, celebrar, brindar, abrazar cuando el reloj dicta las doce… pero me sorprendí al escuchar historias de compañeros y amigos que realmente estaban extrañando sus hogares con melancolía y yo estaba muy lejos de eso.

Creo que tuvo que ver un poco porque hice de la navidad en Yangzhou un poco mía. Como siempre me predispuse a hacer regalos más allá del Amigo Invisible que había coordinado la escuela. Le dediqué todo un día a ver qué les faltaba y qué quería regalarles a cada uno como hago siempre. Y sí, hice dulce de leche y lo regalé, para que todos sepan un poquito más de mí.

También decidí hacerme un regalo y di una clase sobre mi país en nochebuena. Les enseñé a los chicos todo lo que yo creo que somos. Y dos o tres días después me siguen pidiendo pan con dulce de leche mientras me muestran qué gesto tano con la mano les sale bien.

Mi sonrisa atemporal también se debe a que sé que aunque no estén acá conmigo tengo a mi familia y a mis amigos conmigo todo el tiempo.

Y por último, y creo que lo más importante, esta Navidad fue plenamente mía porque recibí de mí misma el mejor regalo: quererme, entenderme y ayudarme. Soy yo y soy otra al mismo tiempo. Cuando Graham me hizo esa pregunta esa noche en Ronnies me di cuenta de todo lo que estaba cambiando. Me di cuenta de ese potencial enorme que cada uno tiene para poner un pie en el freno, decir que no y emprender una búsqueda por otro camino. Haber decidido viajar a China para descubrirme a mí misma en un contexto totalmente diferente ES la mejor decisión que tomé este año. Es mi regalo para mí y es un regalo que creo por primera vez en muchas navidades no voy a cambiar.


Brindo por el cambio nomás. Por aquello que nos hace fluir y dar vida a muchas cosas más que lo cotidiano.

3 comentarios:

  1. Me hiciste reir y llorar mucho Sofi. No puedo creer que de tantas cosas que hay para decir de Argentina hayas elegido nuestros gestos. Sos una grossa. Me encanta que estés satisfecha con los cambios en tu vida Sofi. NO hay nada mas gratificante que mirar para atras y darse cuenta que uno tomo las decisiones correctas. Lamentablemente, yo hoy me encuentro el la posicion opuesta a la tuya. Este es mi momento de transicion, donde miro para atras y pienso, "que paso con mi vida?" y "como paso esto?". Espero de aca a un año poder mirar nuevamente hacia atras y sentir aunque sea un poquito la sensacion de satisfaccion y paz que describis. Te extraño y te quiero con el alma.
    Belen Pino

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  2. Yo tenía un amigo que siempre me decía que sentirse incómodos es bueno porque quiere decir que estamos cambiando, y el cambio es bueno. Creo que tiene razón. Cuestionarse es bueno, llegar al punto en el que ya no podemos más y tenemos que seguir moviéndonos es parte de la vida... comparto ese rinconcito de paz con vos hoy, espero que lo encuentres muy pronto. Yo también te quiero mucho y te extraño más! =)

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